martes, 28 de febrero de 2012

CLAUSURA DE LOS TALLERES DE VERANO 2012 FUE UN ÉXITO

Presentación del libro: El viento y la vida: poemas y cuentos, del taller de Escritura Creativa desarrollado por el poeta Leoncio Luque y el escritor Manuel Núñez del Prado Dávila

El día 24 de febrero a la 4:00 pm. Se realizó la Clausura de los Talleres de Verano 2012, organizado por la Sub Gerencia de Servicios Sociales, Lic. Juana Quispe, con los diferentes programas con que cuenta la subgerencia, entre los que destaca la Biblioteca Municipal, Omaped, CIAM, Programa de Violencia Familiar entre otros. El inicio de estos talleres se dieron inicio en el mes de enero, la misma que concluyó el viernes con una serie de actividades, destacando la participación del guitarrista ayacuchano Manuelcha Prado conjuntamente con el Club de Quechuahablantes. Para muestra aquí algunas fotos:























Tú ex de Jesús Alberto Bautista

Participación del Club de Quechuahablantes con la canción Chullalla Sarachamanta

El maestro Manuelcha Prada en acompañamiento en el taller de Quechua Sunqullay

KAYMI AYLLUY (ESTA ES MI FAMILIA) TEATRO DEL PROGRAMA DE BIBLIOTECA MUNICIPAL SAN LUIS

viernes, 10 de febrero de 2012

POEMAS DE NORITH RAMOS



POESÍA YCANCIÓN… LÀPIZ DE ESCRITOR

¿En qué rama de la noche te acuestas

Oh, hermosa poesía?

¿Qué poeta te ha desvestido en sus orillas

y te ha embriagado en su nostalgia

al encontrarte tal vez inquieta?

Enmudeces al mirarme poesía loca;

¿Dónde estabas? ¿Con quién dormías?

Poesía astuta,

¿por qué hiciste de mis penas tus loas?

Y aunque muerto el poeta

permaneces, oh poesía ingrata,

en los versos que se agrietan entre la piel y las llagas.

Silenciosa vives al final de cada trazo,

en el fino chasquido intermitente del lápiz

que acaricia el papel en un vaivén del alma

inundada de emoción.

Pobre el poeta, aún herido, despierta en su esperanza

para dormir junto a tus pies

y destilar entre tus versos su constancia .

Pero a ti no te mata nadie poesía inquieta,

poesía ingrata y loca que en tu suave estela

cansada el alma del poeta reposa.



VIDA… NO TE VAYAS

Algunas veces deseé tanto la muerte,

pero era la vida que en mí moría.

A veces, revestida en llanto, mi alma trastocada en sufrimiento,

sólo quería en su vida vivir…

aunque moría.

Muchas veces perseguí tanto la vida

y era la vida quien me parecía tan esquiva,

pero era la muerte que en vida venía

para golpear mi cicatriz.

Era la muerte… yo sólo moría.

No me quieras más,

vida,

que tu abrazo me lastima,

suelta ya todas mis penas

para que libres vayan a danzar entre tus rimas.

Muchas veces deseé tanto la muerte abrazar…

quizá rendida,

triturada en su molino de dolor, angustia y soledad

que arrebata mi alma de su encanto tan dormido.

Deseando esto, era la vida que a mí venía.

Vamos –ella me decía–, caminemos juntas,

aún no es tiempo de partir.

Siento que muero pero aún vivo –le decía–

y siento que vivo, pero sé que muero…

Adelante ella me espera, ya atrás no hay nada;

sólo espejismos,

historias que terminaron para comenzar,

en su final tan sufrido, historias nuevas.

La vida no se ha ido,

aunque camina despacio como esperando, va adelante,

a escondidas aún me mira,

y va dejando en cada herida su sal que cauteriza,

esa sal que es el tiempo,

ese tiempo que es mi vida…



HABITAME

Ay, perturbadora soledad!

Hoy vuelves en amargura la miel

que por el suelo se extiende de mi vasija quebrantada.

Soledad tan callada;

con tu silencio en mi alma gritas historias deshojadas

que una a una fueron siendo parte del ayer…

historias hoy marchitas que perdieron en la prisa la frescura de su olor.

Soledad, que sales desde tu vacío y de tu nada a visitarme

y sin ti me encuentras suspirando,

ya casi sin vida;

suspirando en el balcón abismal de mi tristeza.

¿Recuerdas soledad cuando tú y yo éramos una?

¿Qué nos deshizo soledad?

¿Por qué ya no eres lo que en mí antes fuiste?

Cuando tú me habitabas y eras tan mía.

Duele así la vida por mis yerros,

y me aguanto aquí en vacios, el cariño.

Duele entre las venas, soledad, tu partida.

Anhelando compañía,

te dejé soledad un día en la orilla de mis versos

… ahora vuelvo y con desdén me arrojas en pedazos.

Vuelve a mí soledad tan bella,

vuelve a hablarme en ese espacio en el que,

silenciosa,

rozabas mi cintura por detrás.

Vuelve a ser en mí lo que antes eras soledad…

ten compasión de esta mi vida -antes tuya-

que arrullada en lágrimas sin ti duerme en cenizas…

Soledad…