Los clásicos
Las rosas del jardín de Adonis...
Las rosas del jardín de Adonis
Son las que yo amo, Lydia, esas efímeras rosas
Que en el día de su nacimiento,
En ese mismo día, mueren.
La luz es eterna para ellas, pues
Nacen con el sol cuando ya ha salido, y se acaban
Antes que Apolo pudiera incluso iniciar
Su trayectoria visible.
Como ellas, déjanos hacer de nuestras vidas un día,-
Voluntariamente, Lydia, desconociendo
Que existe la noche antes y después
El poquito que perduramos.
Son las que yo amo, Lydia, esas efímeras rosas
Que en el día de su nacimiento,
En ese mismo día, mueren.
La luz es eterna para ellas, pues
Nacen con el sol cuando ya ha salido, y se acaban
Antes que Apolo pudiera incluso iniciar
Su trayectoria visible.
Como ellas, déjanos hacer de nuestras vidas un día,-
Voluntariamente, Lydia, desconociendo
Que existe la noche antes y después
El poquito que perduramos.
Fernando Pessoa (Portugal) Del heterónimo Ricardo Reis
Advierte al tiempo de mayores hazañas,
en que podrá ejercitar sus fuerzas
Tiempo, que todo lo mudas,
tú, que con las horas breves
lo que nos diste, nos quitas,
lo que llevaste, nos vuelves:
tú, que con los mismos pasos,
que cielos y estrellas mueves,
en la casa de la vida,
pisas umbral de la muerte.
Tú, que de vengar agravios
te precias como valiente,
pues castigas hermosuras,
por satisfacer desdenes:
tú, lastimoso alquimista,
pues del ébano que tuerces,
haciendo plata las hebras,
a sus dueños empobreces:
tú, que con pies desiguales,
pisas del mundo las leyes,
cuya sed bebe los ríos,
y su arena no los siente:
tú, que de monarcas grandes
llevas en los pies las frentes;
tú, que das muerte y das vida
a la vida y a la muerte.
Si quieres que yo idolatre
en tu guadaña insolente,
en tus dolorosas canas,
en tus alas y en tu sierpe:
si quieres que te conozca,
si gustas que te confiese
con devoción temerosa
por tirano omnipotente,
da fin a mis desventuras
pues a presumir se atreven
que a tus días y a tus años
pueden ser inobedientes.
Serán ceniza en tus manos
cuando en ellas las aprietes,
los montes y la soberbia,
que los corona las sienes:
¿y será bien que un cuidado,
tan porfiado cuan fuerte,
se ría de tus hazañas,
y victorioso se quede?
¿Por qué dos ojos avaros
de la riqueza que pierden
han de tener a los míos
sin que el sueño los encuentre?
¿Y por qué mi libertad
aprisionada ha de verse,
donde el ladrón es la cárcel
y su juez el delincuente?
Enmendar la obstinación
de un espíritu inclemente,
entretener los incendios
de un corazón que arde siempre;
descansar unos deseos
que viven eternamente,
hechos martirio del alma,
donde están porque los tiene;
reprender a la memoria,
que con los pasados bienes,
como traidora a mi gusto
a espaldas vueltas me hiere;
castigar mi entendimiento,
que en discursos diferentes,
siendo su patria mi alma,
la quiere abrasar aleve;
éstas si que eran hazañas,
debidas a tus laureles,
y no estar pintando flores,
y madurando las mieses.
Poca herida es deshojar
los árboles por noviembre,
pues con desprecio los vientos
llevarse los troncos suelen.
Descuídate de las rosas,
que en su parto se envejecen;
y la fuerza de tus horas
en obra mayor se muestre.
Tiempo venerable y cano,
pues tu edad no lo consiente,
déjate de niñerías,
y a grandes hechos atiende.
en que podrá ejercitar sus fuerzas
Tiempo, que todo lo mudas,
tú, que con las horas breves
lo que nos diste, nos quitas,
lo que llevaste, nos vuelves:
tú, que con los mismos pasos,
que cielos y estrellas mueves,
en la casa de la vida,
pisas umbral de la muerte.
Tú, que de vengar agravios
te precias como valiente,
pues castigas hermosuras,
por satisfacer desdenes:
tú, lastimoso alquimista,
pues del ébano que tuerces,
haciendo plata las hebras,
a sus dueños empobreces:
tú, que con pies desiguales,
pisas del mundo las leyes,
cuya sed bebe los ríos,
y su arena no los siente:
tú, que de monarcas grandes
llevas en los pies las frentes;
tú, que das muerte y das vida
a la vida y a la muerte.
Si quieres que yo idolatre
en tu guadaña insolente,
en tus dolorosas canas,
en tus alas y en tu sierpe:
si quieres que te conozca,
si gustas que te confiese
con devoción temerosa
por tirano omnipotente,
da fin a mis desventuras
pues a presumir se atreven
que a tus días y a tus años
pueden ser inobedientes.
Serán ceniza en tus manos
cuando en ellas las aprietes,
los montes y la soberbia,
que los corona las sienes:
¿y será bien que un cuidado,
tan porfiado cuan fuerte,
se ría de tus hazañas,
y victorioso se quede?
¿Por qué dos ojos avaros
de la riqueza que pierden
han de tener a los míos
sin que el sueño los encuentre?
¿Y por qué mi libertad
aprisionada ha de verse,
donde el ladrón es la cárcel
y su juez el delincuente?
Enmendar la obstinación
de un espíritu inclemente,
entretener los incendios
de un corazón que arde siempre;
descansar unos deseos
que viven eternamente,
hechos martirio del alma,
donde están porque los tiene;
reprender a la memoria,
que con los pasados bienes,
como traidora a mi gusto
a espaldas vueltas me hiere;
castigar mi entendimiento,
que en discursos diferentes,
siendo su patria mi alma,
la quiere abrasar aleve;
éstas si que eran hazañas,
debidas a tus laureles,
y no estar pintando flores,
y madurando las mieses.
Poca herida es deshojar
los árboles por noviembre,
pues con desprecio los vientos
llevarse los troncos suelen.
Descuídate de las rosas,
que en su parto se envejecen;
y la fuerza de tus horas
en obra mayor se muestre.
Tiempo venerable y cano,
pues tu edad no lo consiente,
déjate de niñerías,
y a grandes hechos atiende.
Francisco Quevedo (España)
¿Quién llama?
¡La propia voz!
¿Quién responde?
¡Muerte!
¿Se hunde la amistad
en el campamento del sueño?
¡Sí!
¿Por qué no canta ningún gallo?
¡Está esperando a que el beso del romero
nade en el agua!
¿Qué es eso?
¡El instante de abandono
del cual el tiempo se suprime
asesinado de eternidad!
¿Qué es eso?
Sueño y morir no tienen atributos.
Nelly Sachs (Alemania)
Ojo del tiempo
Este es el ojo del tiempo:
torcido mira
bajo ceja de siete colores.
Su párpado es lavado por fuegos,
su lágrima es vapor.
La ciega estrella vuela hacia él
y se derrite en la pestaña hirviente:
se va entibiando el mundo,
y los muertos
echan brotes y florecen.
Paul Celan (Rumania)
Tiempo sin tiempo
Preciso tiempo necesito ese tiempo
que otros dejan abandonado
porque les sobra o ya no saben
que hacer con él
tiempo
en blanco
en rojo
en verde
hasta en castaño oscuro
no me importa el color
cándido tiempo
que yo no puedo abrir
y cerrar
como una puerta
tiempo para mirar un árbol un farol
para andar por el filo del descanso
para pensar qué bien hoy es invierno
para morir un poco
y nacer enseguida
y para darme cuenta
y para darme cuerda
preciso tiempo el necesario para
chapotear unas horas en la vida
y para investigar por qué estoy triste
y acostumbrarme a mi esqueleto antiguo
tiempo para esconderme
en el canto de un gallo
y para reaparecer
en un relincho
y para estar al día
para estar a la noche
tiempo sin recato y sin reloj
vale decir preciso
o sea necesito
digamos me hace falta
tiempo sin tiempo.
que otros dejan abandonado
porque les sobra o ya no saben
que hacer con él
tiempo
en blanco
en rojo
en verde
hasta en castaño oscuro
no me importa el color
cándido tiempo
que yo no puedo abrir
y cerrar
como una puerta
tiempo para mirar un árbol un farol
para andar por el filo del descanso
para pensar qué bien hoy es invierno
para morir un poco
y nacer enseguida
y para darme cuenta
y para darme cuerda
preciso tiempo el necesario para
chapotear unas horas en la vida
y para investigar por qué estoy triste
y acostumbrarme a mi esqueleto antiguo
tiempo para esconderme
en el canto de un gallo
y para reaparecer
en un relincho
y para estar al día
para estar a la noche
tiempo sin recato y sin reloj
vale decir preciso
o sea necesito
digamos me hace falta
tiempo sin tiempo.
Mario Benedetti (Uruguay)
Destiempo
el tiempo del destiempo
trepanó los últimos signos de la voluntad
pasó cerca y rápido
final de un camino equivocado
principio de un mañana
quizá
también equivocado
trepanó los últimos signos de la voluntad
pasó cerca y rápido
final de un camino equivocado
principio de un mañana
quizá
también equivocado
el tiempo del destiempo
llenó los ojos de telarañas
los nervios de rencores
las manos de un vacío pegajoso
colgó en las bocas el silencio de la frase que no pudo decirse
forzó la despedida a los ojos de mármol
que nos miraban
llenó los ojos de telarañas
los nervios de rencores
las manos de un vacío pegajoso
colgó en las bocas el silencio de la frase que no pudo decirse
forzó la despedida a los ojos de mármol
que nos miraban
desde quién sabe dónde.
Graciela Bucci (Argentina)
Hoy
Todo tiempo pasado fue mejor
¿O habrá que leer la espalda de lo dicho?
¿O habrá que leer la espalda de lo dicho?
............. Si Hoy es el bastón de apoyarse en Ayer
................ Se aúlle o insulte
........... no hay marcha atrás
................ Se aúlle o insulte
........... no hay marcha atrás
Pablo Resa (Argentina)
Tiempo
Ha llegado la hora de mostrarnos desnudas
por la casa.
Si alguien puede contemplarnos son los muertos,
nadie más:
los personajes de liturgias extrañas
más perfume
que uñas y que vida.
por la casa.
Si alguien puede contemplarnos son los muertos,
nadie más:
los personajes de liturgias extrañas
más perfume
que uñas y que vida.
Caminamos desnudas,
los sexos liberados por ángeles de tiempo
y en los pechos
una leve ceniza
mixtura
de regiones con frutos a la siesta.
Nos hicieron mujeres y como tales somos
una mitad de símbolo
y una mitad de arena.
los sexos liberados por ángeles de tiempo
y en los pechos
una leve ceniza
mixtura
de regiones con frutos a la siesta.
Nos hicieron mujeres y como tales somos
una mitad de símbolo
y una mitad de arena.
Desnudas sin más leyes
que una naturaleza podadora de sangres.
Aquí miramos los retratos que penden de los clavos
como se miran las propias manos
y se escuchan los propios gritos
con esa continua herencia en objetos y horas
y sin embargo
respiramos la certeza de una piel
que no se vive
pero que se presiente.
que una naturaleza podadora de sangres.
Aquí miramos los retratos que penden de los clavos
como se miran las propias manos
y se escuchan los propios gritos
con esa continua herencia en objetos y horas
y sin embargo
respiramos la certeza de una piel
que no se vive
pero que se presiente.
Lucía Carmona (Argentina)
Pasar el tiempo
Tu piel como el amanecer
la mía como el musgo
Una describe el principio
de un final innegable.
La otra, el final de un
principio seguro.
Maya Angelou (EE.UU )
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