Lic. Leoncio Luque Ccota
Salió publicado hace cuatro años 2009 en el blog: http://villaliteraria.blogspot.com/2009/05/1por-que-los-alumnos-de-secundaria-no.html, a partir de una experiencia de muchas carencias y las cosas no ha cambiado
¿Es importante leer literatura en la escuela secundaria? Pregunta, que traslado a mis alumnos y ellos aseguran con un ¡sí! sonoro, que es necesario; respuesta que parece impulsado por una reacción de defensa ante tanta agresión que los escolares reciben hoy. Pero yo insisto inquisidor: ¿Pero, leen de verdad? Y la respuesta no se hace esperar, hay un silencio que se apodera del aula y recorre a cada uno de los alumnos y alumnas, que niegan con su gesto adusto, sonrisa nerviosa y encogida de hombros, como una respuesta de vergüenza ajena.
¿Quién tiene la culpa de esta tragedia? ¿Los docentes, como muchos replican? ¿O los padres? quienes tienen otras prioridades, ante que la compra de un libros, o la sociedad en su conjunto que encarece los libros. De qué Plan Lector hablamos, cuando las bibliotecas escolares no tienen libros o en muchos casos las instituciones educativas no cuentan con libros, y cuando hablo de libros señalo todo tipo de texto, y en algunos ni cuenta con biblioteca; acaso se puede desarrollar el tan aclamado Plan Lector, propugnado por el gobierno, solamente con textos de consulta. Cuando por otro lado se prohíbe la lectura.
He efectuado una estadística, y el resultado vuelve a ser alarmante otra vez; los alumnos de secundaria, aún a pesar de la emergencia educativa y el Plan Lector, no leen, y mucho menos, comprenden lo que leen; la respuesta es impotencia y silencio.
Sobre la lectura se ha hablado mucho y hay una serie de percepciones un poco bastante generalizadas, que a veces tiene tintes apocalípticos y se rodea de alarmas y preocupaciones innumerables, que causa pesar. Espanto. Alarma.
Y la idea general que se resume es que “la gente, lee menos”, y esta hipótesis apunta particularmente a los escolares de todos los niveles, pero también al adulto, como la otra cara de la medalla, de la que no se dice nada, pero que es culpable y es la que exige y quien está a la misma orilla que el estudiante. Entonces, acaso no es con la coherencia que se exige al otro. Que nos pasa.
¿Pero acaso, en algún momento fuimos lectores asiduos, pregunto a los adultos? Claro que en este caso siempre hay excepciones. La idea de un tiempo donde había muchos lectores, se vuelve imprecisa y vago, dando una percepción mítica de un pasado glorioso, de que ante hacíamos todo mejor, nuestra letra era mejor y éramos más amables y respetuosos, etc. Y la otra, es, que la institución educativa ha perdido el norte de la enseñanza y de la lectura funcional; y que, ya no somos capaces de enseñar a leer, como lo hacíamos antes. Es esto, ¿ verdad?
Pero esta imagen, de la herencia romántica, de que todo tiempo pasado fue mejor, y que hoy somos descendiente menor de una estirpe bastarda, gigante alguna vez, ¿es verdad?. Me pregunto, como docente. Acaso somos resto de una degradación, disminuido de estatura que se hace cada vez, menor, peor. Es algo, que sin embargo, me resisto a creer, de la que hay que hablar fuerte, para todos.
¿Acaso es verdad que leemos menos? Y en esta interrogación estamos involucrado todos los adultos, no solamente los escolares, a quienes machacamos, con nuestro dedo acusador. Para cualquiera de los alumnos y alumnas en este caso de la Institución Educativa República del Perú, donde laboro, Villa el Salvador, la lectura es necesaria y primordial, como para cualquier alumna o alumno de una Institución Educativa ubicado en la Molina, o San Isidro, porque todos necesitan leer para trasladarse y ubicarse en una calle o para enterarse de sus mensajes a través de sus e-mails.
Pero esta idea de la lectura, que hemos reseñado, ¿acaso no es lectura?, ya que para muchos, esto no es lectura. Pero efectivamente para la gran mayoría leer lo cotidiano, no es leer, y leer en principio, es leer libros, no otro tipo de lectura: el chat, los titulares de periódicos. Para los bibliotecarios la actividad de la lectura, es estrictamente una actividad relacionada con la literatura, y más aún con cierta literatura. Y la lectura de la filosofía, de la historia, de la ciencia, en el mejor de los casos representa una lectura de segunda clase.
Acaso este exabrupto tiene que ver con lo anterior, de que la lectura, tiene que ser, como para muchos docentes, un proceso feliz y una actividad cotidiana. Acaso, la lectura no debe ser solo el aprender leer, sino que debe ser un disfrute de la lectura o de cierta lectura y ejercerla de manera permanente y gozosa.
No es verdad que la lectura debe ser un momento apasionad de goce del texto literario o no, el leer por leer, el leer por gusto, el inicio de una actividad que nuestra sociedad valore seriamente. Por experiencia, se me ha acusado de “pasar mucho tiempo leyendo. Que perdía el tiempo leyendo. Por qué esto, no será porque reclaman de la lectura una actividad eminentemente lúdica, aun entre los maestros, por su status de lectores competentes y apasionados (sea real o fingido) o de la lectura impuesta, incompleta y forzada de ellos mismos.
La lectura en el ámbito escolar se ha concebido como lectura de obras y no el leer por gusto cualquier otro texto. La idea de la lectura de textos parece estar arrinconada entre la carpeta, pizarra y la evaluación. Es difícil tragar la idea de quien, al leer por gusto, los estudiantes sientan gusto. Y cuando hacemos esto, de leer por gusto, es que los alumnos sientan a gusto por la lectura; pero todo se trastoca cuando el orden que aprendimos en la escuela, no se hace exigente, y la lectura sea de alto, con profundidad y esto se vuelve inaceptable realidad, algo que repele.
Pero los intentos de estimular una lectura lúdica, también se topan con las del canon literario culto. Como por ejemplo, Don Quijote, el Poema del Mío Cid, la Ilíada, etc. Pero acaso se puede empezar un Plan Lector de Lectura, cuando se tiene la idea de que: Leer es leer libro y entre los libros, los literarios y entre todos, los que son parte del canon literario culto. Pero si nos damos cuenta, los alumnos y alumnas, al parecer leen menos estos libros, y según los índices de lectura, va en picada y con ella la civilización está en peligro desaparecer.
Entonces lo que debemos saber es que nos hace “buen lector”, un lector competente, acaso la exigencia. Si no elige el texto que puede entender y decide cuánto, es el reto que debe afrontar, dispuesto a hacer frente a la lectura, es decir el lector mide su expectativa. Y esto más que nada, significa leer por leer un recetario de cocina u otra de mecánica automotriz, aunque para otros esta lectura sea barata y sea la no lectura. Pero aquí tenemos que agregar, el derecho que tiene el niño de elegir su propia lectura en las aulas. Tanto así, que un lector de Condorito o Superman, llegue a convertirse en un lector de textos más complejos, que es el objetivo de cualquier profesor.
Un buen lector no tiene tiempos impuestos desde afuera. Lee a su propio ritmo, de acuerdo a la motivación. Salta para adelante y atrás de los textos. Repite la lectura. Un buen lector no lee para responder cuestionarios ajenos. Un cuestionario, ¿qué tiene que ver con el ejercicio real de la lectura? Pero sin embargo, este tipo de lectura, es la que se presenta como “trabajo literario”.
Al buen lector le gusta moverse entre buenos lectores. Sus estrategias supratextual son el comentario para compartir su experiencia, la charla informal, la recomendación o la crítica entre amigos. La lectura no sólo es una actividad silenciosa y solitaria, sino que es social y oral. La lectura es abierta, libre, un buen lector no acepta la imposición de un significado de la obra que lee, él lo descubre. Si queremos que nuestros estudiantes lean, tenemos que leer y ser interlocutores capaces de buenos lectores, sin condenarnos a la inactividad que nos traiciona.
Profesor y escritor: Leoncio Luque Ccota
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